El desequilibrio se refiere a la sensación de falta de equilibrio sin percibir un movimiento ilusorio. Generalmente, se debe a una alteración de la integración de impulsos aferentes sensoriales y eferentes motores de la marcha. A raíz de la amplia red neuronal, potencialmente involucrada en un trastorno del equilibrio, el desequilibrio puede adoptar síntomas diversos. Ya que el paciente suele utilizar la palabra ‘mareo’ para describir un amplio espectro de molestias –vértigo, náuseas, trastornos de la marcha, inestabilidad y oscilopsia– para fines diagnósticos, es importante obtener información completa y precisa respecto a cuál es la experiencia exacta del enfermo. Aunque la anamnesis es de suma importancia para llegar al diagnóstico clínico del desequilibrio, la exploración física añade información que ayuda a localizar la lesión y guiar los estudios clínicos. Una evaluación completa debe incluir un examen de los movimientos oculares, las maniobras posicionales, una exploración de sensibilidad de los miembros inferiores y el examen de la postura y la marcha. Así mismo, el examen de los movimientos oculares puede ser de importancia topodiagnóstica en pacientes con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Parkinson, la parálisis supranuclear progresiva, la atrofia multisistémica y la degeneración corticobasal.