Resumen: Aunque el término ‘marcha’ tiene distintas acepciones, dependiendo del contexto en que se utilice, su primera interpretación, ‘la acción de andar o caminar’, es la que nos interesa, y sus alteraciones el motivo de esta revisión.
La posición erguida y la marcha bípeda, junto con el lenguaje y la elaboración y utilización de herramientas complejas, son algunos de los rasgos que distinguen a los seres humanos de otros primates. La evolución hacia la marcha bípeda permitió liberar las manos, iniciando el camino para el desarrollo de herramientas complejas, contribuyendo a la evolución del humano moderno.
La marcha es una habilidad motora aprendida que normalmente realizamos de forma automática y sin esfuerzo consciente. Al caminar, cada pierna es impulsada hacia adelante alternativamente, mientras la otra pierna (postural) soporta el peso, manteniendo nuestra postura erguida. Aunque la marcha sea esencialmente similar en todas las personas normales, es también una conducta motora adaptable a través del aprendizaje. De esta forma, existe una interacción entre un patrón básico de la locomoción bípeda y modificaciones personales, únicas para cada individuo. Es un fenómeno complejo, que requiere la integración de diferentes dominios del sistema musculoesquelético, y de los sistemas nerviosos central y periférico.
A pesar de los avances tecnológicos, nos sería difícil concebir la vida sin la posibilidad del desplazamiento autónomo: la libertad de caminar. Mientras que las nuevas generaciones están sustituyendo la escritura manual por el teclado del ordenador, y es cierto que hemos recibido enormes ayudas para nuestros desplazamientos, perder la habilidad de caminar constituye un grave menoscabo en la calidad de vida de las personas.
En este capítulo repasaremos los patrones más comunes de las alteraciones de la marcha, los síntomas asociados, y cómo a través de la clínica podemos inferir el nivel de la lesión en los sistemas biológicos implicados en la marcha.
- Profesor: José Javier Martín Fernández