Resumen: Diversos factores pueden afectar a la estructura, continuidad y/o profundidad del sueño. La privación o restricción del sueño, la temperatura corporal y medioambiental, los ritmos circadianos, la administración y/o el tipo de alimentación, y el uso de fármacos pueden influenciar los mecanismos del despertar. Se han documentado varios factores de riesgo para fallecer súbitamente como el bajo peso al nacer, la madre fumadora o drogadicta (nicotina, cocaína) durante el embarazo y/o la lactancia, y el exceso de temperatura ambiental y/o de abrigo del niño. Mientras algunos factores como la temperatura ambiental pueden influir directamente sobre la arquitectura del sueño (haciéndolo más profundo o aumentando el umbral para despertar) otros, como el bajo peso al nacer o el uso de nicotina o cocaína, pueden alterar los mecanismos de regulación homeostático y/o circadiano del sueño y restringir, en consecuencia, la competencia de las funciones vitales. Finalmente, los avances recientes en genética molecular y la identificación de polimorfismos genéticos en lactantes víctimas de muerte súbita debieran ser relevantes para dimensionar la dinámica y la compleja interacción entre los factores de riesgo ambiental y los polimorfismos específicos. Diversas mutaciones que implican trastornos metabólicos y que se asocian con episodios aparentemente letales (EAL) serían condiciones genéticas candidatas para predisponer o causar la muerte súbita.

Resumen: El insomnio afecta a un 30% de los niños entre los 6 meses y 5 años. En el 5% de los casos se produce por causas médicas y el 25% restante, por causas conductuales que impiden una sincronización correcta del ritmo circadiano de vigilia-sueño. Este último grupo se denomina ‘insomnio infantil por hábitos incorrectos’. Entre los 6 y 13 años, la prevalencia del insomnio es del 15%, su principal causa es la conducta y se denomina ‘insomnio aprendido’. En la adolescencia, las cifras actuales de prevalencia están entre el 6 y el 8%.

En todos los grupos, las repercusiones diurnas son importantes tanto para los niños como para los padres. Irritabilidad, trastornos de conducta y retraso escolar en los casos más graves son los signos predominantes en los niños y adolescentes. En los padres se han descrito problemas de pareja, negación a concebir nuevos hijos, maltrato y repercusiones laborales por déficit de sueño.

En el presente capítulo se abordan las etiologías de todos estos tipos de insomnio, los métodos de diagnóstico y las pautas terapéuticas para corregirlos.

Resumen: El síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño (SAHOS) infantil es una patología frecuente que puede ocasionar complicaciones importantes si no se diagnostica y se trata adecuadamente. Su prevalencia se estima en un 1-3%. La clínica en niños es distinta que en adultos, ya que la somnolencia se manifiesta de forma paradójica, normalmente con alteraciones de la conducta y emocionales. El SAHOS infantil se asocia con trastornos cognitivos, cardiovasculares y alteraciones endocrinológicas y metabólicas.

La identificación de factores de riesgo permite un diagnóstico y un tratamiento precoces; disminuyen así las complicaciones pre y posquirúrgicas. La videopolisomnografía (VPSG), aunque no siempre asequible, es el método diagnóstico de elección. Los registros simplificados son útiles únicamente cuando los resultados son positivos. Las apneas e hipopneas no son los únicos indicadores de una respiración anormal durante el sueño. Se han identificado y definido otros patrones respiratorios anómalos gracias a la introducción de métodos de registro más sensibles. El análisis de las señales obtenidas es objeto de discusión para establecer nuevos criterios y definiciones. El tratamiento consiste en la adenoamigdalectomía; con él se obtiene un porcentaje elevado de curación. En los pacientes de riesgo o aquellos en los que persisten los síntomas se debe repetir la PSG tras la cirugía para determinar la eventualidad de otro tratamiento, CPAP/BiPAP-nasal, dispositivos intraorales, distracción maxilomandbular o tratamiento tópico antiinflamatorio.