Resumen: El sueño y la vigilia, como procesos o estados conductuales complejos, se relacionan íntimamente y ambos expresan distintos, aunque en ocasiones similares y complementarios, tipos de actividad cerebral. El sueño ocurre como un proceso durante el cual los sistemas neuronales diencefálicos y troncoencefálicos pasan a gobernar el organismo. Dormir es un proceso continuo cuya observación, análisis, caracterización y evaluación se contemplan como un conjunto de procesos discretos en razón a determinados epifenómenos. Dichos epifenómenos, que se constituyen en componentes de la estructura del sueño, se evidencian a través del registro del conjunto de la actividad bioeléctrica encefálica y de la musculatura mesencefalopontina, así como del registro poligráfico de la actividad bulbar y medular de la musculatura estriada o lisa en sus funciones secretoras, contractodilatadoras o reguladoras. La conducta general del sujeto o el registro de la respuesta a estímulos sensitivos forman parte del proceso de subdividir en épocas discretas el sueño y sus transiciones con el objetivo de elucidar sus rasgos fisiológicos o patológicos. El presente capítulo está dirigido a la comprensión y descripción de los criterios prácticos, las normas al uso y los estándares aplicables para la tabulación y clasificación de las diferentes fases del sujeto normal dormido bajo la perspectiva de la macroestructura del sueño y, en menor medida, la microestructura del sueño. Finalmente, el tema se acompaña de una práctica interactiva que sirve como primera toma de contacto con la tabulación y clasificación de las diferentes fases del sueño.


Resumen: La evaluación del sueño y sus alteraciones es compleja, comprende diversos aspectos y debe realizarse de un modo ordenado y metódico. Existen distintos procedimientos técnicos, tanto objetivos como subjetivos, que pueden utilizarse en la práctica clínica. En este capítulo se describen las características específicas de la historia clínica del sueño, así como las de algunos procedimientos subjetivos que documentan los ritmos sueño-vigilia y la calidad del sueño, que pueden ser de ayuda en la evaluación de los trastornos por insomnio o por hipersomnolencia, junto con técnicas objetivas que tratan de medir la somnolencia y la vigilancia. Este último aspecto tiene un gran interés por las implicaciones, no sólo clínicas, que puede tener la ‘demostración’ objetiva de la somnolencia y la pérdida de vigilancia que ello pueda suponer.